Crecimos viendo a estos jugadores hacer lo imposible.
Los veíamos como extraterrestres, como seres de otro planeta. Pero con el tiempo entendimos algo: son humanos, como nosotros. Y justamente ahí está lo que los convierte en íconos. 
Tuvieron la capacidad de destacarse en un mundo cada vez más rápido, más exigente, más efímero.

No solo cambiaron el juego: nos marcaron.Nos transmitieron pasión, inspiración, coraje y alegría. 
Esto no solo es ropa, es un tributo.


Un agradecimiento a quienes, sin saberlo, nos hicieron soñar, gritar, llorar y ser felices.